Opinión

ALERTA en el PUSC: San Carlos le pasa «MILLONARIA» Factura a Hidalgo… ¿Sigue Guanacaste?

El pulso político en San Carlos el pasado domingo 5 de octubre ha dejado al descubierto una herida profunda en el seno del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), una herida que parece haber sido infligida por su propio candidato presidencial, Juan Carlos Hidalgo.

La crónica de esa tarde, marcada por un evento de campaña fría y con una asistencia mínima a pesar de los esfuerzos (incluso un baile para atraer público), no es un simple tropiezo logístico; es un síntoma alarmante del descontento de las bases y una advertencia severa sobre el futuro de la candidatura.

La frase central del análisis es contundente: «El precio de traicionar la decisión de las bases». Lo ocurrido en la tierra natal del candidato no puede interpretarse de otra manera que como una «factura muy cara» que la dirigencia y la militancia socialcristiana de San Carlos le han pasado a Hidalgo.

Si ni siquiera en su propio patio la respuesta fue cálida, la pregunta que surge es devastadora: ¿El movimiento socialcristiano le perteneció alguna vez realmente? Y si la respuesta es no, la estrategia de cimentar su candidatura desde las estructuras tradicionales está condenada al fracaso.

La frialdad en San Carlos pone el foco directamente sobre las recientes decisiones del candidato, aquellas que, según se intuye, habrían marginado a figuras y sectores con arraigo.

La pregunta sobre si Hidalgo se «sepultó solo» con esa decisión parece encontrar eco en la baja afluencia que que en política, la lealtad de las estructuras no es gratuita; se gana con respeto a los equilibrios internos y, crucialmente, a la voluntad de las bases que sostienen el andamiaje partidario.

¿Efecto dominó en Guanacaste? El Espectro de la Exclusión

El análisis se expande hacia la región de Guanacaste, y aquí radica el potencial de una crisis mayor para el PUSC. La exclusión de figuras como Melina Ajoy y otros diputados de las papeletas no es un detalle menor; es una afrenta directa a liderazgos regionales con peso real.

El temor que se vislumbra es un efecto dominó: si San Carlos reaccionó con indiferencia, ¿qué se puede esperar de Guanacaste?

La política costarricense, especialmente en provincias, se nutre de figuras locales y de la sensación de pertenencia. Al desplazar liderazgos naturales, el candidato no solo pierde votos; pierde la maquinaria y la credibilidad necesarias para movilizar a la gente.

La sensación de que «malas decisiones están empujando a Juan Carlos Hidalgo hacia una caída inminente» no es una profecía apocalíptica, sino una lectura objetiva de la dinámica de las primeras semanas de campaña.

Finalizamos con una pregunta incómoda, pero necesaria, que ronda en los corrillos políticos: «¿Leslye Bojorges habría sido mejor candidato presidencial?» Es un indicio de que la discusión interna sobre la idoneidad del abanderado ya ha comenzado, y lo hace con la campaña recién iniciada.

La dirigencia del PUSC debe juzgar rápido si la adhesión a Hidalgo se debe a una genuina creencia en su proyecto o a la falta de opciones porque el tiempo corre, y el costo de la traición a las bases ya es palpable.

Hoy más que nunca, la Unidad Social Cristiana, un partido con historia y estructuras, está en riesgo de ver su potencial enterrado por los errores de cálculo de su propio líder.

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